Casino Flotante
Mucho antes de ciudades del juego como Las Vegas o Atlantic City, mucho antes de los casinos, mucho antes del juego en línea, una de las formas de poder apostar en los Estados Unidos era dentro de los casinos flotantes.
La historia de estos casinos se remonta a los comienzos del siglo XIX en todos los estados que cruza el gran río Mississippi, que son; Minnesota, Wisconsin, Iowa, Illinois, Missouri, Kentucky, Tennessee, Arkansas, Mississippi y Louisiana. En las orillas del río vivían normalmente mercaderes y granjeros, casi todos en pequeñas ciudades y pueblos. A raiz del nacimiento de los casinos flotantes, la zona se empezó a poblar de jugadores, trileros y tahures. Se produjo el lógico choque entre los granjeros y los jugadores, y no pocos de los segundos se llevaron un escarmiento por intentar engañar a los pueblerinos, como es el caso de 1835, en el que cinco tahures fueron linchados por todo un pueblo. Tras este incidente, muchos de estos jugadores se desplazaron a estados situados lo más al sur posible.

Las normas en los casinos flotantes se endurecieron, y era normal ver a tramposos explusados por la borda de estos barcos. Los propietarios se empezaban a especializar no en truhanes y trampocos, como los que se veían por todos los salones en tierra, sino en grandes jugadores, que eran los que dejaban grandes cantidades de dinero en las arcas de sus barcos. En los años anteriores a la Guerra Civil Americana, los casinos flotantes eran sinónimo de clase y lujo.
Tras la legalización del juego en algunos estados, ya en el siglo XX, los casinos flotantes pasaron a un muy segundo plano. Los jugadores preferían trasladarse a Las Vegas o a Atlantic City, lugares en los que se pueden mover de local en local, cambiando de ambientes, mientras que en los flotantes no había mucha variedad ni libertad de movimientos. Pero a un grupo de empresarios, a finales de los años 80, se les ocurrió que estos barcos podrían ser un gran reclamo turístico, ya no para grandes jugadores, sino para turistas y gente que disfruta jugando pequeñas cantidades de dinero en sus vacaciones. Se pidió una licencia especial para poder construir casinos sobre el agua, y el primer estado que la consiguió fue Iowa. En los años siguientes Florida , Georgia , Illinois , Indiana , Iowa , Louisiana , Massachusetts , Michigan , Mississippi , Missouri , South Carolina y Texas siguieron los pasos de Iowa y todos cuentan con casinos flotantes en sus costas y ríos.
Algunos no son más que grandes embarcaderos unidos al puerto. Plataformas que nunca se moverán de esa ubicacón y simplemente aprovechan que se permita jugar a sus clientes sobre el agua. Pero existe otro tipo que ofrece un servicio más interesante, pues se alejan de la costa en caso de estar ubicados en el mar o recorren un reccorido en caso de ser del tipo fluvial. En este segundo tipo es muy normal encontrar grandes grupos de excursionistas que buscan pasar unas cuantas horas jugando a su juego favorito rodeados por el mar. Al contrario de lo que se veía hace casi dos siglos, los casinos flotantes de la actualidad son visitados únicamente por pequeños jugadores que apuestan pequeñas cantidades, ya que los profesionales y los que aspiran a serlo prefieren las mesas de Las Vegas, por ejemplo, o de cualquier casino afincado en tierra. Por esta razón, en los casinos flotantes no hay lugar para el stress que se puede notar en las mesas de los profesionales y es un ambiente más festivo y desenfadado el que disfrutan los jugadores. Salvo en raras ocasiones no suelen estar abiertos de noche, siendo su horario habitual de 11 de la mañana a 6 de la tarde, un horario bastante adecuado para los turistas.


Algunos de estos modernos casinos flotantes, en especial los que operaban en el rio Mississippi, se vieron gravemente afectados por las consecuencias del huracán Katrina, que asoló parte de los Estados Unidos en 2005. Al menos doce barcos casinos fueron hundidos o quedaron encallados en tierra. Desde entonces no han sido repuestos. Antes de Katrina, las casas de juego de la costa empleaban a unas 14.000 personas y generaba unos 500.000 dólares al día en impuestos locales y estatales. Miles de personas más tenían trabajo proporcionando bienes y servicios a los casinos.
Pero los casinos flotantes no son patrimonio único de Estados Unidos. En los últimos años esta práctica se está extendiendo por todo el mundo. En latinoamérica, por ejemplo, se están extendiendo muy rápidamente, especialmente en países como Argentina, en el que parte de la inversión suele venir de empresas españolas como Cirsa. También el gran competidor oriental de Las Vegas, el gran complejo de Macao, ha añadido casinos flotantes a su gran repertorio de locales de juego. El magnate de esta ciudad, Stanley Ho, empieza a incorporar esta clase de servicio a sus clientes, que cada vez vienen de más partes del mundo buscando las mesas de poker, las ruletas o los otros muchos juegos que ofrecen los casinos.
Los casinos flotantes son, al fin y al cabo, una manera pintoresca y divertida de pasar unas horas en las mesas de juego admirando paisajes naturales al mismo tiempo.
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